DOI: https://doi.org/10.47133/respy41-23-2-edit
BIBLID: 0251-2483 (2023-1), 1-4

Memoria. Reflexiones desde Paraguay
Memory. Reflections from Paraguay


Darío Sarah[1]
Universidad Católica Nuestra Señora de la Asunción,
Facultad de Filosofía y Ciencias Humanas.
Asunción, Paraguay.
Contacto: darsarah@hotmail.com
ORCID: https://orcid.org/0000-0002-2621-503X

 

El recurso al relato se convierte así en una trampa, cuando poderes superiores toman la dirección de la configuración de esta trama e imponen un relato canónico, mediante la intimidación o la seducción, el miedo o el halago. Se utiliza aquí una forma ladina de olvido, que proviene de desposeer a los actores sociales de su poder originario de narrarse a sí mismos. Paul Ricoeur, 2009

 

Si hay una cuestión que durante el siglo XX ha acaparado casi toda la luminaria de eso que llamamos pensamiento occidental, esa cuestión ha sido el lenguaje. La cosa pensante del siglo XVII, los albores del mundo moderno, parece haber devenido cosa hablante en el siglo XX. El siglo de su crisis. Esto tiene sentido: entre otras cosas el lenguaje apareció como una ventana que permitiría observar qué se esconde dentro esa suerte de Dr. Jekyll, que es el mundo tal como lo conocemos hoy. A pesar de los desacuerdos, la certeza fundante fue y sigue siendo relativamente simple: el lenguaje, los relatos, las narraciones, los discursos con los que nos explicamos, por más racionales, causales o evidentes que se presenten, tal vez incumplan su promesa de describirnos tal cual somos. Quizás hagan mucho más que eso. Parece haber una suerte de hipótesis compartida entre quienes hicieron del lenguaje un objeto, al menos, de sospecha: tal vez, no seamos usuarios y usuarias del lenguaje, sino deambulantes en los laberintos de su encierro. Así, comprender esa capacidad carcelaria de nuestras narraciones, ejercerle crítica, ha sido y sigue siendo un eje del pensamiento contemporáneo, como el clásico artilugio de un hilo en un laberinto. Ya que lo he traído, debo decir que Ricoeur ocupa un lugar privilegiado en esa labor típica del siglo XX.

Teniendo en cuenta que es un siglo persistente en su inercia, es decir, en sus formas, en su lógica y por supuesto, en las críticas que gestó, de entre todas las posibilidades elijo presentar el grupo de trabajos que sigue trayendo dos legados que nos llegan de ese, el siglo del lenguaje, y que, creo, son visibles a lo largo de este dossier. Por supuesto, se trata de una opción no desprovista de cierta arbitrariedad, espero, no sustancial.

El primero de esos legados tiene que ver con el agustiniano problema de las palabras y sus significados. Una de las posibilidades que gestó el siglo del lenguaje, indica que la génesis de las palabras no tiene tanto que ver con el hecho de nombrar las cosas que simbolizan, sino con el hecho de diferenciarlas de las demás. Un nombre aparece con una necesidad de distinguir algo de su entorno, por lo que implícitamente alude a todo lo que no nombra. O si se prefiere, el nombre tiene sentido como diferencia. Una idea central para esa familia poco funcional que responde al apellido de estructuralismo, con o sin prefijos.

Eso tiene particular sentido en nuestro caso, porque si este dossier problematiza la memoria, es precisamente por el olvido que lleva implícito: no nos propondríamos pensar la memoria si no fuera porque ella supone el olvido, al cual también hay que explicar. Basado en este legado, planteo una primera semblanza de lo que espera a quien a lea las siguientes páginas: si en este dossier nos ocupamos de la memoria, es porque nos preocupa su diferencia, el olvido. Sobre todo, cuando es provocado por los usos que se puede hacer del pasado, como bien plantea Ricoeur más arriba.

Si hay un acuerdo –hasta donde sé– no pactado entre quienes aquí escribimos, es precisamente el reconocer la existencia esa madeja lingüística en la que memoria y olvido quedan trenzados en las narraciones que hacemos sobre nuestro pasado. Parafraseando a Ricoeur: aceptando que el abuso de la memoria desagua en el abuso del olvido, este dossier aborda, desde diferentes perspectivas, la cuestión de los usos y abusos de la memoria, que finalmente desembocan en un gran problema, que es el olvido de aquello que es significativo saber sobre nuestro pasado común.

Por ello, se podrá ver aquí una reflexión en torno a nuestra memoria social, desde la certeza de que, en general, las narrativas que explican cómo llegamos a ser lo que somos -el Paraguay de hoy- están compuestas de recuerdos, pero fundamentalmente de olvidos. Olvidos que por lo general no son casuales ni aleatorios. Sea cual fuera su origen, impiden comprendernos, y necesitan ser señalados junto a sus causas.

Hay otro legado, que será centenario desde 2027. Refiere al parentesco que existe entre la realidad y los discursos que la explican. Según esta herencia, la gran dificultad a la hora de hacer narraciones sobre lo que somos y cómo llegamos a serlo –nuestra memoria- no consiste tanto en el hecho de que la realidad se esconde detrás de sus propios pliegues. Esa gran dificultad se origina en los discursos previos que tenemos sobre ella: teorías, presupuestos, prejuicios, tradiciones, narraciones. El sentido común. Paradójicamente la realidad puede quedar escondida detrás de las explicaciones que tenemos sobre ella. En estos términos, el abuso de las explicaciones es el abuso del ocultamiento.

Si esto es así, lo que impide ver nuestro pasado no es tanto que Cronos lo haya devorado hasta de nuestras conciencias. Por el contrario, muchos y muy importantes trazos de nuestro pasado nos rodean –los rastros de aquel festín- aunque no podemos verlos, precisamente porque nuestro universo narrativo, si se quiere, prejuicioso, lo impide. No los podemos ver porque ya miramos nuestro pasado desde narraciones –escolares, conmemorativas, periodísticas, toponímicas, etc.- que lejos de mostrarnos nuestra historia compartida, la terminan escondiendo detrás de lo que no haríamos mal en llamar mitología mnémica.

Este dossier recoge ese legado, ya que como puede verse a lo largo de los artículos que lo configuran, hay otro acuerdo: lo que nos impide una mejor comprensión de lo que verdaderamente somos en términos sociales, es justamente una serie de narrativas sobre nuestro pasado, que –salimos al mismo lugar- explican nuestro presente a partir de prejuicios sobre nuestra historia. Proponemos aquí una serie de esfuerzos que buscan someter a crítica las narrativas sobre nuestro pasado, ya que esas narrativas posiblemente nos impiden comprenderlo. Y con ello, también nos impiden comprender lo que hoy somos.

Si todo esto es cierto, no hay otro acceso a nuestra memoria que no fuera la puerta del lenguaje, en nuestro caso específico, ese universo de relatos –certeros o no- con los que de una u otra manera nos narramos una y otra vez a la hora de contestar a la pregunta sobre cómo llegamos a ser lo que somos.

Como podrá verse, estas dos herencias, traídas desde el siglo del lenguaje, se encuentran fraguadas con mayor o menor pureza en los nueve trabajos aquí presentados, de tal manera que se vuelven la clave de análisis de las diferentes narraciones de nuestro pasado, a las que denominamos memoria social. Nuestro deseo final, a lograrse o no, consiste en instalar –seguir instalando- discusiones que permitan correr esas narraciones previas que existen sobre nuestro pasado.

 

Referencias

Universidad Católica "Nuestra Señora de la Asunción", CEADUC. (2023). Estudios Paraguayos, 41, N°2, 2023. Asunción: Universidad Católica "Nuestra Señora de la Asunción".



[1] Coordinador del presente dosier.